Imaginemos que vamos conduciendo por una carretera y otro vehículo nos adelanta de forma temeraria. Al llegar a un semáforo nos encontramos a nuestro lado al conductor imprudente al que recriminamos su irresponsabilidad y este, lejos de disculparse, comienza a insultarnos.
Ahora imaginemos que a los pocos días estamos haciendo la compra y vamos por uno de los pasillos del supermercado. Cogemos una caja de cereales de unos de los estantes, pero otra de las cajas de la fila cae al suelo. Al tratar de agacharnos se nos adelanta una persona que amablemente coge la caja del suelo y vuelve a colocarla en la estantería. Para nuestra sorpresa es el conductor temerario que nos insultó en el semáforo.
¿Cambiaría tu opinión del conductor por esa acción o seguirías pensando que es un majadero?
En psicología social se han hecho investigaciones al respecto y se ha llegado a la conclusión de que somos ágiles en formarnos impresiones duraderas de los demás en función de cómo actúan.
Usamos las impresiones como guía y nos hacemos una imagen de como creemos que van a actuar en el futuro. Ahora que sabes que el conductor temerario fue un gilipollas la primera vez que lo conociste, cabe esperar más de lo mismo en el supermercado como que le hable mal a una cajera, por ejemplo.
Investigadores que han puesto su foco en el comportamiento humano han llegado a la conclusión de que conocer información muy negativa sobre alguien tiene un impacto más fuerte que conocer información muy positiva.
Por lo tanto, es probable que el comportamiento de nuestro nuevo amigo temerario al volante en el semáforo pese más que su buen comportamiento en el supermercado. Este sesgo ocurre porque los comportamientos inmorales sentencian o revelan más el carácter autentico de una persona.
¿Qué es el ghosting?
Si este estudio lo extrapolamos a los procesos de selección podríamos decir que existen acciones que podrían repercutir directamente de forma negativa en la relación entre reclutador y candidato.
Hablemos por ejemplo del ghosting. Este término surge en el mundo de las redes sociales y se produce cuando una persona con la que has estado interactuando ya sea para relaciones amorosas o de amistad, de repente hace mutis por el foro y no vuelves a saber nada de ella.
En selección de personal, concretamente en IT, es una práctica lamentablemente habitual tanto por el lado del candidato como también por el del recruiter. Programadores que no se presentan a entrevistas sin dar explicación y que deciden cortar la comunicación sin razón aparente. O reclutadores que dejan en el limbo a postulantes a los que no se les notifica su situación real en el proceso una vez que perciben que el cliente no ha mostrado interés por ellos (desde Magenta People intentamos que al menos, en lo que a la parte del reclutador se refiere, contar con estrategias para que este tipo de acciones ocurran lo menos posible).
Según el estudio del que estamos hablando, la visión que podemos tener de una persona que nos hace ghosting prevalecerá sobre cualquier otra acción que hayamos tenido con ella durante el proceso de selección, por muy positiva que sea.
Cabría pensar con esta lógica que el lado oscuro siempre es más fuerte que el lado luminoso de la fuerza, pero no necesariamente siempre es así.
No todo está perdido
Existen algunos aprendizajes que no parecen llegar a este sesgo de negatividad: por ejemplo, cuando hablamos de competencias o habilidades de otras personas, este sesgo se invierte. Es decir, la información positiva es la que se tendría en cuenta y la que pesaría más.
Imaginemos un programador que participa en un proceso de selección para una empresa tecnológica y que tiene que resolver un problema matemático para pasar a la siguiente fase. Si el programador lo resuelve, esto tiene un impacto mayor en tu impresión acerca de sus habilidades que si no es capaz de hacerlo.
En general, los comportamientos percibidos como menos frecuentes, como resolver un problema matemático complejo, son los que la gente pondera más a la hora de formarse una impresión. Es decir, cuanto peores o más inmorales o, por el contrario, cuanto más competentes sean nuestras acciones, mayor calado tendrán en nuestro cerebro.
Como dice un buen amigo argentino: “El más pelotudo o el más inteligente es el que nunca te deja indiferente”.